¿Cómo se miden?

Las emociones son estados subjetivos, entonces ¿cómo sabemos lo que una person siente?
Los psicólogos llevan intentando hacerlo mucho tiempo y resulta que con ciertas limitaciones es más fácil de lo que parece. E aquí algunas técnicas:

1. Preguntárselo a la persona: existen multitud de cuestionarios y entrevistas psicológicas que hacen preguntas pertinentes sobre los sentimientos, estados de ánimo, emociones y temperamento, de tal manera que ello nos permite conocer el componente subjetivo del afecto.  Cuestionario de ejemplo

2. Podemos registrar su actividad fisiológica; por ejemplo su ritmo cardíaco, sudoración, temperatura, incluso su actividad cerebral. Mediante estos registros conoceremos el componente fisiológico del afecto .  Un ejemplo famoso de su utilidad está en las detección de mentiras que tan acostumbrados estamos a verlos en las películas de policías. El principio de funcionamiento tiene que ver con las emociones: cuando un miente genera unas reacciones diferentes a cuando dice la verdad. Así el método consiste en registrar mediante un polígrafo el pulso, sudor, tensión muscular etc.. y realizar preguntas que requieran una rápoida contestación sí/ no. Unas preguntas se referirán a datos que el policía y el acusado conocen (p.e. su nombre, dirección, fecha, etc..). Un patrón de respuestas fisiológicas a las preguntas pertinentes al tema objeto de investigación que son más fuertes que las respuestas a las preguntas de comparación indicaría que el acusado puede estar mintiendo. Aunque ahora es tan popular que se utliza hasta para dar empleo no está exenta de críticas: por ejemplo, alguien inocente puede ponerse también muy nervioso si está en comisaría y le preguntan si ha asesinado a alguien.

3. Podemos fijarnos en su comportamiento: gestos, tono de las palabras y sobre todo su expresión facial. Al menos, por lo que se refiere a la valencia emocional (si es positiva o negativa) y las emociones de carácter universal (miedo, alegría, asco). De hecho, la mayoría de los músculos de la cara sólo sirven para expresar emociones. De ellos el cigomático (risa) está implicado en la mayoría de las emociones positivas y el corrugador (enfado: ceño frungido) está implicado en las negativas. Nuestra capacdad de empatía y gran parte de la base de la inteligencia emocional se basa en una buena interpretación de las expresiones faciales. Por otra parte, ésta es una cualidad ligada al género: las mujeres interpretan mejor la expresión facial. Tal es la importancia social de la expresión facial que nos fiamos más de ella que de las propias palabras. Además somos empáticos por naturaleza respondiendo de manera inconsciente, sin darnos cuenta, con la misma expresión facial de nuestro interlocutor, lo que es muy conveniente en nuestras relaciones sociales (por ejemplo en un entierro o en una fiesta). Tan poderosas e íntimamente conectadas están nuestras emociones con la configuración de los músciulos de nuestra cara que es muy difíciil engañar, tratar de expresar una emoción que no estamos experimentando, de ahí que los mejores actores sean los que mejor lo hacen. ¿Cual es el truco? El más común es recordar una situación donde hayamos experimentado la emoción que queremos expresar: la expresaremos en tanto la "reexperimentemos".