Instintos

Los instintos, muchos de los cuales compartimos con otras especies, serían entendidos como fuerzas motivacionales que recibimos gracias a la herencia genética. Para Darwin este concepto era similar al de reflejo, de hecho la conducta instintiva tendría lugar por la mera presencia del estímulo u objeto adecuado. Los instintos en un principio se proponen para dar cuenta de las conductas adaptativas o inteligentes que muestran los animales. Posteriormente con la aparición de los trabajos de Darwin y Wallace sobre la evolución, el concepto de instinto se extendió al ser humano. Los trabajos sobre la evolución establecieron una línea continua entre todas las especies. Los trabajos de la época en gran medida se limitaron a etiquetar las conductas pero no entraban en explicarlas. Para cualquier conducta que se observaba se postulaba un instinto y ya se consideraba explicada la conducta. Poner una etiqueta no es explicar. La teoría también perdió adeptos por ser circular en sus explicaciones y predicciones. Por ejemplo: primero nos preguntamos “¿por qué se da la conducta de lucha?”, y respondemos, “por que hay un instinto de lucha que nos lleva a mostrar ese comportamiento”. Después al preguntarnos “¿cómo podemos saber si existe un instinto de lucha?” resulta circular responder con la pregunta anterior, es decir, “observando si se da la conducta de lucha o no”.